Txarriboda News 1190 (22-08-2024)
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La detención el pasado lunes en un control preventivo de la Policía Local de Ibiza de un taxista que dio positivo en todas las drogas detectables, ha sacado a la luz el drama de muchos profesionales del transporte que deben completar su sueldo para llegar a fin de mes como someliers de drogas. La gran afluencia de multimillonarios a la isla, cuya economía se centra en la distracción, entretenimiento y saqueo de magnates mediante actividades lúdicas de lujo y restaurantes de experiencias, y la migración de trabajadores sanitarios que no pueden asumir el precio de la vivienda han dejado Ibiza desprovista de profesionales que realicen el control de calidad de los estupefacientes de fiestas y orgías, imponiéndose el pluriempleo y los turnos interminables de cata de substancias. Adaptarse o morir Taxistas, conductores de Uber y otros profesionales del ramo se ven obligados a, una vez que termina su jornada, acudir cada noche a reservados VIP de discotecas, haimas en fiestas privadas en la playa, suites de hotel y piscinas de mansiones para probar las drogas antes de darles el visto bueno para que señoras y señores ricos puedan proceder a consumir. “Cocaína, metanfetamina, anfetamina, cannabis, opiáceos, benzodiacepina… Te tienes que especializar un poco en todo si quieres que te llamen. Hay mucha competencia. A veces te avisan con muy poco tiempo de que un grupo de directivas jubiladas del Deutsche Bank de vacaciones quiere probar la ketamina. Pues nada. Vas, haces la cata, explicas un poco los matices retronasales a vainilla de la fenciclidina y a otro bolo. Unos tipos que han vendido un videojuego a Microsoft por una morterada de pasta no se deciden entre dos marcas de cocaína rosa. Pues allá que vas…”, explica Roberto Dodentro, conductor de autobús de la línea de Santa Eulalia que ni siquiera come con vino. © elkarma.eus |
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