El Servicio Federal de Seguridad (FSB), organismo que se ocupa de las labores de inteligencia y contraespionaje de Rusia, desplegará una división especial encargada de vigilar, monitorizar y hacer seguimiento a parejas que acaban de tener a su primer hijo. Dentro de sus competencias se incluirán la de pinchar los intercomunicadores para bebés y poder saber así en tiempo real si los progenitores “se cagan en la estampa” del niño por pasarse llorando toda la noche o hacen algún comentario ofensivo, despectivo o fuera de lugar sobre el neonato por tenerle que cambiar el pañal apenas una hora después de la última puesta tras arruinarles el sofá de polipiel. El nuevo operativo policial forma parte de la política rusa de incentivación de la natalidad e identificación de disidentes.

El arrepentimiento no es un opción

Las autoridades de la Federación de Rusia consideran que las multas de hasta 50.000 euros a quienes defiendan públicamente la elección de no tener hijos son insuficientes y consideran necesario elaborar una lista negra de padres arrepentidos que puedan socavar el futuro demográfico de la madre patria. “A esas personas que dicen que tener hijos no les dejaría realizarse como personas ya las tenemos interceptadas. El asunto ahora es localizar y liquid… desincentivar a esos malos ciudadanos que se deciden a tener hijos y luego van por ahí diciendo que de saber que el bebé les iba a consumir el alma con tanto berreo, tanto llanto y tanta ingratitud se la habría cortado a su pareja con unas tijeras de podar durante aquel fin de semana romántico en la dacha de Krasnodar”, explica Oleg Tushuevov, exagente reciclado de la KGB.

La monitorización de las familias continuará hasta que el vástago entre en edad militar “no se vayan a desmotivar cuando alcance la pubertad”.

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