El portavoz adjunto del ministerio ruso de defensa, Pavel Oziraptorov, ha desmentido que el seísmo que ha asolado Marruecos tenga “nada, pero nada que ver” con la presencia rusa en África. “Igual los gabachos se han dejado el grifo del uranio caliente abierto en Níger, pero nosotros no hemos sido. Palabrita de Nuestra Señora de Kazán”, ha declarado saliendo al paso de los crecientes rumores sobre “armas milagrosas” que el Kremlin podría estar ensayando antes de usarlas en Ucrania. El reciente encuentro en Vladivostok entre un exultante Vladimir Putin y un sonriente Kim Jon Un ha disparado todo tipo de conjeturas al respecto.

Cuerpo a tierra

“El know how norcoreano en detonaciones atómicas subterráneas es conocido”, recuerda el experto José Lito, sargento retirado del Ejército español. En su opinión, la información sobre la dependencia rusa respecto al armamento y las municiones norcoreanas es “una cortina de humo de bisonte revenido”. Putin, sostiene Lito, quiere crear problemas a la OTAN en su flanco sur provocando terremotos nuclearmente con la ayuda de macro-tuneladoras juché que, “inclinando la placa africana”, vacíen el Mar Mediterráneo. El objetivo sería facilitar la llegada masiva de millones de “pre, sub y saharianos” a Europa. “Lo de la verja de Melilla a la millonésima potencia”, admite preocupado el analista de la CIA Rack Jyan.

“Ayuda que la tierra sea plana. Si no estaría difícil la cosa”, susurra Lito mientras acaricia la cacha de su viejo fusil de asalto Cetme L de calibre 5,56 mm al que llama “Ruiseñor”. La reciente proliferación de golpes de Estado anti occidentales en África obedecería a la fase preliminar del plan maestro de Putin.

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