julio 6, 2018

Puños fuera: Cielos

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Cuando el anarquista Valeriano Orobón, en los años turbulentos inmediatamente posteriores al crack del 29, tuvo a bien ponerle letra autóctona a La Varsoviana, el himno revolucionario del proletariado de la Europa del Este, el cataclismo esperanzador en el que se sobrevivía no dejaba lugar a la duda. El himno, que se conocería como A las barricadas, brotaba solo, como lógica respuesta colectiva ante las negras tormentas que agitaban los aires; la necesaria insurrección disiparía las nubes oscuras que impedían ver el horizonte de la emancipación.

Emplazados hoy en un perpetuo final de invierno, a una década del crack de 2008, ya no nos sirven las viejas metáforas en este largo declive. Ni siquiera aquella de la calma que precede a la tempestad. Los tiempos extremos han dado paso a una nubosidad cerrada, instalada sobre nuestras cabezas, que apuntala un clima gris, anodino y plomizo, con vocación de continuidad. El cielo está enladrillado, quién lo desenladrillará… El desenladrillador que lo desenladrille aprenderá a sobrevivir en la penumbra, sin claroscuros, mientras urde una red de grietas por donde pasen los rayos para un verano de mil julios.

Jtxo Estebaranz©humorenlared.com

 

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