Se ha hablado estos días de la estatua de Felipe VI que Santiago Sierra ha instalado en ARCO. Desconozco su valor artístico; pero me interesa lo que de provocación tiene el que su coste sea 200.000 € y deba destruirse por contrato transcurrido un año desde su venta.
Pero lo principal no es el ninot, sino la campaña desmedida contra el artista y la propia Feria, que al parecer ha resistido los embates inquisitoriales, tan habituales en estos tiempos.
No siempre ha sido así. En 1933, tras la violentísima represión estatal de la revuelta libertaria de los campesinos de Casas Viejas, el pintor asturiano Luis García Pérez, quien por cierto falleció en Bilbao en 1987, inauguró una flamante exposición en el Círculo de Bellas Artes madrileño. Una de sus obras llevaba por título Casas Viejas y simbolizaba el horror sembrado por los guardias de asalto en la aldea gaditana.
Jacinto Toryho, joven reportero de Solidaridad Obrera, narró para su periódico cómo el Círculo de Bellas Artes, ante la multitud agolpada frente al cuadro, retiró el mismo por considerarlo antirrepublicano. Después consultó a la Dirección General de Seguridad (experta en arte, como se sabe) si podía seguir siendo expuesto, cosa que, obviamente, negó. Esa misma noche, la policía se dirigió al domicilio del artista e incautó definitivamente el cuadro.
Este es el signo del peligrosísimo arte.
Miguel Fernández © humorenlared.com |