M.O.M. Maite Ortiz de Mendívil, yo. En inglés: “mamá”. En realidad, ni soy madre ni intención de serlo. ¿Algún día? No lo sé. No me gusta decidir el postre antes de comer los dos primeros platos: nunca sé si tendré suficiente hambre para la tarta de queso o solamente podré con un sorbete. Cada vez más, en mi entorno se tienen niños y las conversaciones se convierten en un monotema. Todavía no es aceptable pensar en otro tipo de vida.
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¿Por qué después de vacaciones odio más mi curro? Volver a perder un tercio del día, dormir poco, aguantar a pesados, cobrar una miseria… Los próximos días festivos son el único incentivo. Me encanta viajar. Nos deberían dar una paga extra para ello. Votemos a favor. Bueno, si nuestra democracia no prohíbe la consulta.
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Vacaciones. Preciosa palabra. Cómo nos gusta olvidarnos del trabajo. Y quien diga lo contrario, miente. Yo no confiaría en alguien así. Como aquellos que afirman que no dejarían su empleo aunque les tocase la lotería porque se aburrirían. ¿De verdad? ¿Hay gente tan simple que no se le ocurre absolutamente nada para entretenerse? Que no, que no me lo creo. Otra cosa es que tengas un problema grave de avaritia stupidus y aún pudiendo usar los billetes de quinientos (existen, ¿no?) como papel higiénico, quieras más y más dinero.
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