marzo 31, 2016

Butaca de Gallinero: Escándalos

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Uno es perro viejo. O carne de teoría conspiratoria. Me da igual. El caso es que empiezo a oler a chamusquina en todos y cada uno de los aspectos de mi vida. Y en el mundo del espectáculo principalmente. Ya no creo en la casualidad. Y me empieza a llamar la atención que los certámenes y las ceremonias de entregas de premios trasciendan más por la anécdota y el escándalo que por la razón principal por la que se celebran. Así, la ceremonia de los Emmy será recordada por la cara de asco que le puso Di Caprio a Lady Gaga. La de los Goya, por el martirio mediático al que fue sometido su maestro de ceremonias, Dani Rovira, que acabó más quemado que el motor de un 600 de segunda mano. Por no hablar del tradicional rifirafe de Kanye West y Taylor Swift en los Grammy, pero no le voy a pisar la competencia al señor Trilobite. En el momento en que escribo estas líneas aún no se han celebrado los Oscars, pero la polémica sobre el racismo inherente en la ausencia de nominaciones de afroamericanos en las categorías superiores aún colea. (Más…)

febrero 23, 2016

Butaca de Gallinero: Desolación

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Tras el veredicto de los Globos de Oro uno llega a la conclusión de que esto ya no es lo que era. Será la edad, pero es que el panorama se me antoja un tanto desolador. No deja de ser frustrante que la mejor película del año, parece que por consenso aunque el jurado de los Globos no ha opinado lo mismo, sea una película de tortas, persecuciones, disparos y menos diálogo que un debate entre Ylenia y Makoke. Y no deja de ser más significativo que su director (hablamos de Mad Max por si algún lector sigue en babia), George Miller, pertenezca a la vieja escuela, con 70 tacos cumplidos.
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enero 7, 2016

Butaca de Gallinero: Los viejos

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Pareciera que el cine vive con cierto desasosiego su propia decrepitud. No en vano, son ya 120 años y aunque se conserva bien para su edad, se van notando los remaches, y las cicatrices, y el botox que todo lo estira pero deja esa estela de artificialidad irredenta. Será por eso que, frente a los jóvenes, vigorosos, espléndidas, rabiosos, dinámicas, que corren y saltan delante de la pantalla, conduciendo coches a toda velocidad o comandando falanges de velocirraptores, los viejos no se van. Y digo viejos y no tanto viejas. Y como testimonio de esa senilidad cinematográfica, asediada, una vez más, por una televisión que cada vez seduce más con su contagiosa idiosincrasia episódica y por internet, de consumo rápido, a menudo irreflexivo, los viejos van copando la pantalla, otrora reflejo de la madurez y la mediana edad. Porque antes los viejos y las viejas aparecían como figuras ridículas, atormentadas y fuera de lugar, como Emil Jannings en El último o Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses. Y los jóvenes cantaban en la playa en las películas de los Monkees. (Más…)

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