Muerto el rubio, se acabó la rabia. La pérdida de Jeff Hanneman, el alma de Slayer, nos deja huérfanos del horror musical supremo, del más certero, del absoluto. El mundillo metalero está plagado, en todas sus épocas, de guitarristas que tocan mejor, más rápido y con más mala hostia (que ya es decir), pero solo él era capaz de desatar de manera irreversible el puto infierno en la tierra con la ayuda de apenas cuatro o cinco notas. Porque lo llevaba dentro y además lo sabía sintetizar como nadie. Pueden pasar años hasta que aparezca alguien que reúna sus cualidades. (Más…) |