julio 11, 2022

Gora Euskadi: La llamada a la acción

Los medios de comunicación, y especialmente la prensa, medio veterano en la forja del espíritu ciudadano y el ahormamiento de los modos de pensamiento y conducta de la gente de bien, no deben caer nunca en la tentación desidiosa de la retórica hueca. Si algo hemos aprendido de la prensa ideológica (pasaremos por alto que se trata de una redundancia, quizá incluso de un oxímoron, quién sabe, por una mera cuestión didáctica) es que las palabras deben conducir a la acción directa. Para hacer una tortilla hay que romper primero los huevos (con cuidado de que no caigan restos de cáscara en la clara batida, que no siempre lo crujiente está más rico), y aunque la línea que separa la defensa de la libertad y la justicia del vandalismo nihilista interesado es muy fina y sólo se puede dilucidar tras un estudio exhaustivo de los manuales de estilo y línea editorial, a veces hay que mojarse y trascender la verborrea estéril y la doctrina sin ejemplo. Por eso El Correo, diario de Vocento heraldo de pureza y paz social, a veces debe arremangarse y abrirse la camisa cual personaje de cuadro de Delacroix y ponerse a la cabeza de la turba enfervorizada con titulares como el que aparecía en la portada de la web del periódico el pasado viernes 3 de junio, Santa Clotilde, para más señas. Rezaba así: “Ledesma acogerá 45 pisos turísticos en un inmueble que será derribado”. El concepto «terrorismo» depende siempre de los ojos del que mira, por eso, dada la trayectoria del diario de Vocento, no extraña que haya un llamamiento a la voladura de un edificio en el centro de Bilbao con toda esa caterva de turistas que se atreven a obviar la oferta hotelera de la villa que tan jovialmente anuncia sus parabienes en las páginas del periódico.
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julio 8, 2022

Juego de niños: Paisaje de verano

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Aprendí a nadar en el río Aragón, con seis o siete años, junto a la antigua carretera de Pamplona hacia Jaca, bajo el puente que inicia la A-1601. A través de Google Maps puedo ver los bloques de hormigón desde los que me lanzaba al agua cuando gané suficiente confianza. Los veo desde el puente en la pantalla del ordenador. Puedo recorrerlo de manera virtual. Cambio la perspectiva para observar aquellas enormes piedras. De niña me parecía que hubieran estado allí desde el principio de los tiempos. Tenían para mí una cualidad casi geológica. Y según Google Maps allí siguen igual, semihundidas entre el cauce y el bosque de ribera. Restos abandonados de la construcción del puente, mimetizados en el paisaje y en mi memoria con el lecho del río.

Quiero mirar río abajo. Giro 180º. Ya no es el mismo río, y no lo digo pensando en Heráclito. O tal vez sí. Ya sé que yo no soy la misma. Pero oigan… esto es demasiado. Corriente abajo, a poca distancia, se alza un altísimo viaducto. Una obra mastodóntica que parece un mal sueño o, como mínimo, parte de una autovía. Pues eso. Se trata del acceso a pueblos de la zona previsto para cuando el discutido, insostenible y peligroso recrecimiento del embalse de Yesa se lleve a cabo. La ampliación del pantano sería dar la puntilla a unas comarcas que ya fueron vaciadas cuando se construyó el embalse.
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julio 4, 2022

Debajo de la Palmera: Sinsorgo no es cualquiera

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Estuve el otro día viendo una de esas manifestaciones ricas en siglas contra el imperialismo yanqui frente al Arriaga. Varios colectivos se unieron para hacer una convocatoria contra la Cumbre de Los Ángeles. Y me pareció que los organizadores eran muy vivos pero los cuatro gatos que aplaudían enfervorecidamente eran un poco crédulos. Dados los tiempos, se necesita vocación y entrenamiento. Sea cual sea el empaque. Una señora, comentó: ”Son unos sinsorgos. La pena es que Biden no se enteró de la concentración del Arriaga.

Porque hay varias clases de sinsorgos bien intencionados: los invisibles y los que encandilan. Los inodoros y los que apestan. Los insípidos y los que empalagan. Hay sinsorgos con toga y sinsorgos con botas. Hay sinsorgos de reciente cosecha y los hay añejados. Hay sinsorgos por conveniencia y hay sinsorgos por convicción. Todo sinsorgo profesional, sin embargo, tiene su equipamiento básico: una serie de rasgos peculiares que lo definen y lo separan del resto de la especie.

El sinsorgo típico, por ejemplo, no distingue colores ni matices. Ve el mundo en blanco y negro. Y los hay supersocialistas y supercapitalistas. Alimentan su discurso con dicotomías. Pobres y ricos. Patriotas y lacayos del imperio. Buenos y malos. Capitalismo y socialismo. Trump y Biden. Gusanos y escuálidos. Putin y Xi Jinping. (Más…)
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