noviembre 29, 2016

Butaca de Gallinero: Lo incómodo

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La capacidad de las personas para inquietarnos es elástica como un preservativo caducado puesto al sol. A veces, esa capacidad de fascinación ante lo sórdido hace que se nos parta algo por dentro. Como ese preservativo si se queda más rato al sol y aún así los usamos. Hay temas incómodos que no nos gusta ver en pantalla. Como Amenábar filmando una comedia. Nadie puede obligarnos a ir al cine a ver lo que no queremos ver. Nadie que no sea nuestra pareja, nuestros hijos o sobrinos (Dios maldiga a Dory, a Rayo McQueen y a toda su estirpe) o los doctores que practicaban la Técnica Ludovico en La Naranja Mecánica. Esa no es la cuestión. (Más…)

noviembre 25, 2016

Hadouken! Hadouken!: Dependencia

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Llevo varios años criticando duramente el estancamiento de los juegos comerciales de gran presupuesto, con Activision, Ubisoft y EA a la cabeza. Muchos hacemos proselitismo de los títulos independientes que han venido a salvar esta industria del aburrimiento y la monotonía, por estar más preocupada de fijarse en el (mal) cine y aumentar el gasto en vez de la innovación. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce: de un tiempo a esta parte, ciertos estudios pequeños han decidido imitar a sus hermanos mayores y repetir sus mismos vicios al entregarnos secuelas de su gran éxito, a costa de convertirse en simples one-hit wonders.
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noviembre 21, 2016

Oreja a la Plancha: El mogote

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Cuando hace unos años empezaron las obras del faraónico mogote que Emilio Botín concibió en vida junto a la bahía de Santander como homenaje a sí mismo, cuya erección sigue su curso a título póstumo, algún iluminado decidió adornar el bonito parque de los alrededores con una especie de tronchos del averno consistentes en palabras como «creatividad», «emociones» u otras similares. Así, en plan bloque del tamaño de un humano grande o más, con la palabra en 3D. No recuerdo qué palabras usaron exactamente, pero sí que uno iba paseando por ahí y se quedaba parado delante de la palabra creatividad (por ejemplo), y se sentía como obligado a pensar «Oh, sí, creatividad, qué bien». Por suerte dichos engendros desaparecieron más tarde. (Más…)

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