noviembre 13, 2013

Hotel y Domicilio: Los becarios

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r157_hotelLo de Sawn Levy es fijación por los caraduras. Si en Acero puro eran los robots boxeadores a los que entrenaba con más o menos tino Hugh Jackman los que tenían la jeta bien sólida, en Los becarios los que exhiben una faz de amianto son Owen Wilson y Vince Vaughn. La historia es tan vieja como el mundo, al menos el mundo posterior a la revolución industrial: dos vendedores que la petaban en un pasado cercano ven como la era digital se los merienda con patatas sin masticar apenas. Es por eso que deciden entrar en la empresa puntera del momento, Google. Como se trata de una comedia descerebrada cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Así que, a parte del hecho de que la empresa es real (sus buenos dólares, que no bitcoins, le habrá costado el product placement), el resto de la trama funciona porque el guionista quiere. (Más…)

octubre 24, 2013

Hotel y Domicilio: Un amigo para Frank

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r156_hotelAlguna mente perversa podría pensar que Un amigo para Frank no es más que una mezcla, un cóctel, un embutido surgido de meter en la picadora de carne un poco de Inteligencia Artificial, cuarto y mitad de EVA, una pizca de El Hombre Bicentenario y unas trazas de Haneke en polvo. Pero si tenemos en cuenta que el film fue presentado en el Festival de Sundance y se hizo con el galardón del público en Sitges, aunque eso no es ninguna garantía, convendría ser más cautelosos con ciertos juicios precipitados.
La película no es Blade Runner ni va hacer temblar los cimientos de la ciencia ficción, pero se esfuerza en contar una historia, situada en un futuro cercano, que no es sino una metáfora de otras historias que nos son más cercanas y familiares. (Más…)

octubre 17, 2013

Flims: Rush

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r156_flimsEran ricos, eran guapos (bueno, Lauda no tanto) y eran famosos. Al mismo tiempo, su profesión consistía en jugarse el tipo a 200 millas por hora, metidos en una especie de ataúd con ruedas relleno de combustible híper-inflamable. Alguna peguilla tenía que tener. Ese es el contexto en torno al cual gira la trama de la última película de Ron Howard, la pugna entre el playboy británico James Hunt y Niki Lauda, un austriaco más áspero que un bocadillo de cardos con pan de ayer, por hacerse con el título de campeón de la Fórmula 1 del año 1976. Una pugna no especialmente amistosa. Pero claro, para qué iban a llegar a las manos estos muchachos cuando podían hacerse adelantamientos peligrosos en pista mojada y ponérselos de corbata mutuamente.
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