No, no me refiero a “los grises policiales“ de la época de Franco, que eran muy grises y te dejaban la piel gris a porrazos. No, no me refiero a ellos. Sino al color gris.
El gris es un color poco estimado. Se le tiene como un color triste e indefinido. Él se venga de tanto desdén, dejando su marca en la mayor parte de la realidad. Amplios e importantes trozos de la realidad que nos rodea. No es ni blanca ni negra. Es gris. En la política, por ejemplo, la presencia de los tonos grisáceos es muy grande. Cualquier persona que quiera moverse con acierto en el análisis de las realidades políticas tiene que saber moverse en las zonas grises. Donde no es fácil ni justo el juicio definitivo sobre personas y cosas, que haga de ellas una sola realidad simple y definitivamente enjuiciable. Es un tipo gris. Y lo hunden para el liderazgo.
Hay personas que no soportan el gris. Le tienen alergia. No entienden sino de blancos y de negros. El gris les resulta demasiado complicado. No se les ocurre pensar sino que el gris no es ni chicha ni limonada. El terreno de la doblez y de la traición. Cuando la verdad es que el gris es un color tan color como el blanco y el negro, y se puede ser tan fiel a él como a cualquier otro. Son personas que le tienen horror a la complejidad. Confunden complejidad con confusión. Confunden claridad con simplismo. Creen tener ideas claras cuando lo que en realidad tienen son ideas simples. Así como hay gente que cree tener un pensamiento complejo cuando lo que en realidad tiene es un pensamiento confuso. (Más…) |