abril 1, 2024

Juego de niños: Mundo submarino

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Mira que está rico el pulpo a la gallega. Pero desde que vi un documental sobre la amistad entre un submarinista y un cefalópodo, ya es que no puedo. Lo que el pulpo me enseñó es la historia de un documentalista deprimido que se sumerge a diario en el mar para encontrar un sentido a la vida. Se topa entonces con un pulpo y establece con él una curiosa relación. Bajo el mar, el ser extraño y desorientado es el buceador. El pulpo fluye junto a todo lo que le rodea en su vida submarina. Nada que ver con aquel pobre pulpo en el garaje del dicho español. (Más…)

diciembre 30, 2023

Juego de niños: El paraguas de Mary

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Hace años encontré en la parada del autobús un paraguas desvencijado. Después de leer Rayuela, me entró esa extraña compasión hacia los paraguas en situación de desahucio. Aquel parecía, con sus volantes, el primo perdido del quitasol de una dama del siglo XIX o la sombrilla de alguna Mary Poppins zombie. Quedó en el fondo de un armario hasta que cierto día decidí restaurarlo. Y allí continuó. Era demasiado rococó para mi estilo.

El otro día me puse a ordenar aquel armario con la fe de quien ordena el contenido de alguna circunvolución cerebral. Vano intento. Varios estratos vitales me cayeron encima nada más abrir la puerta. No aconsejo decidir qué se tira, qué se recicla y qué se guarda si no se tiene un gran día. Porque no, no funciona lo que prometen las influencers del minimalismo. Si no estás de buen humor, ordenar armarios no te alegra el día y mucho menos te arregla la vida. Tener los jerseys ordenados según los colores del arco iris es muy bonito. Sin embargo, no da mucho de sí. (Más…)

octubre 9, 2023

Juego de niños: Odisea

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En la adolescencia pensaba que los libros daban más satisfacciones que los seres humanos. Luego durante años dejé esa convicción a un lado. Ahora he revisado mis principios y, además de los libros, incluyo perros y plantas en la categoría confiable. Y también el chocolate, el queso y las series de Netflix.

De niña me atraían los tomos voluminosos. Eran muy útiles para apilarlos y llegar a la alacena. Después me entretenía con las ilustraciones del diccionario enciclopédico o las láminas de La Odisea.

Más tarde llegó un poema de Kavafis. Los versos de Ítaca vinieron a confirmar, cuando más falta me hacía, que lo importante era el viaje, no el destino. Ahora esa idea me parece algo muy manido, pero en su día aquel poema era para mí lo más de lo más. Sobre todo, porque me daba una excusa para no hacer planes a largo plazo ni preocuparme por el futuro. (Más…)

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