Si algo nos suena de los orígenes del movimiento obrero por estos lares, es la famosa fotografía del núcleo pionero de la Primera Internacional. Una pirámide en la que en su cúspide aparece Fanelli, napolitano de barba cerrada, llegado hasta la capital para poner en contacto a los rebeldes locales con la estructura de la Internacional. A continuación, una veintena de trabajadores endomingados para la posteridad. Se dice que otros tantos, que habían quedado la noche anterior para celebrarlo, decidieron alargar la fiesta y no se presentaron a la cita con el fotógrafo. (Más…)

Mientras algunos se atarean en poner finos ropajes sociológicos al fantasma de la ultraderecha, por fin encarnado gracias al penúltimo comicio, repitiendo por el camino los clichés de superioridad moral que le han dado alas, al otro lado de la muga, el Malestar se viste de amarillo reflectante, interrumpiendo contra todo pronóstico el proyecto modernizador. Gilets jaunes, chalecos amarillos, convertidos en la divisa del desconcierto en el estado francés. Empobrecidos sublevados, más allá de las rutinas de la mediación política, exigiendo su propio “todo y pronto”. (Más…)

Vivo de siempre en un barrio chirene pero cañí. A la mañanita levantamos la manta al son de la diana del Gobierno Militar, izando cada día su rojigualda cara al sol. En breve, la megafonía de la escuela marca la hora del encierro. Al caer la tarde, las campanas de la parroquia desempolvan su apolillada clientela. Y en festivos, los clarines del coso taurino amenizan nuestras vidas con sus toques a muerte. Los ruidos del barrio, siguen marcados a hierro. (Más…)