Desde tiempos inmemoriales, o sea, desde antes de que una tuviera memoria, estaba en la calle Autonomía de Bilbao la cafetería Dover, con su aire setentero que fue cayendo en declive. El otro día pasé por allí y resulta que la “v” años setenta se había transformado en una “n” seca y estándar. D-o-N-e-r, leí. ¿¡Doner!? Y luego me percaté de los carteles típicos de esos establecimientos, los doner kebabs. Asombroso. Qué economía de medios. Mínimo esfuerzo, máxima cutrez. Aunque nadie reconocerá el mérito, si todo está hecho un asco. Para encontrar un reducto de armonía en la ciudad hay que buscar a conciencia, mientras que lo feo campa por doquier. Ruido para la vista, ruido para el oído.
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Del mismo modo que los surrealistas de Breton utilizaban la escritura automática, la bilbaína ha configurado un nuevo disco a partir de notas, apuntes y retazos sonoros dentro del propio entorno del estudio de grabación. Junto a Xabier Erkizia, el chamán del círculo de Bera, LeGardon ha seguido escarbando en su proceso de experimentación, alejada de aquellos comienzos en Onion, tan del siglo XX.

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Garai modernoetara egokitzeko, aurreko batean monasteriora coach bat ekarri genuen. Mindfulness. Lehena: hizkuntza eguneratu beharra genuela.

Oraindik ere latinez mintzatzen garen bekatari hauek ez ginela trendy entzun behar izan genuen. Cool izateko monasteriokook marketin pixka bat behar genuela. Interneten saldu, ate ondoan vending saltoki bat inplementatu. Saltzing, zuzendu zion gure anaia batek. “Hori duk eta…” entzun behar izan zuen, “Frankfurt saltxitxak saltzing, bai, vending saltoki bat inplementatu behar duzue zuen komentu honetan. Hi izan behar haiz hemengo CEO. Just do it!”. (Más…)