julio 8, 2023

Juego de niños: Insomnio

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La inteligencia artificial es una bendición ahora que vivimos atónitos y desconfiados ante un presente hostil y un futuro incierto. Gracias a la IA podemos disfrutar de muchas ventajas que antes no teníamos, sin descartar manipulaciones, fakes de toda clase y distopías aquí y ahora.

Por ejemplo. Qué satisfacción pensar en lo que apunta Naomi Klein. Cualquier dato, cualquier obra, cualquier trabajo intelectual o artístico, todo se aprovecha sin autorización alguna para engorde de la inteligencia artificial. A cambio, recibimos un simulacro medianamente logrado de pensamiento y creatividad. (Más…)

abril 1, 2023

Juego de niños: Melodrama

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¿Qué hacer cuando llega la melancolía? Se puede admirar el grabado de Durero del mismo nombre, hacer floricultura, crossfit, estudiar astronomía. También se puede escribir un artículo. Es que acabo de ver L’immensità. Yo creía que esta nostalgia después de ver la película era cosa mía. Leo algunas críticas y resulta que no. Resulta que hay quien le achaca al director una visión en exceso nostálgica de su infancia en la Roma de los años 70. Cuando en una peli se nota demasiado que la intención es conmover, la llaman melodrama y suele tener malas críticas. Bueno, también le ocurrió a Chaplin con El chico, a Vittorio de Sica con Ladrón de bicicletas o a Labaki con Cafarnaúm. Y qué pasa. (Más…)

diciembre 30, 2022

Juego de niños: Rebeldía

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Dice Elvira Lindo que la inspiración para escribir la tomó prestada de Jo March, de Mujercitas. A mí me ocurrió algo parecido. Como a tantas otras, supongo. Me identifiqué por completo con el personaje desde la primera vez que leí la novela en una edición ilustrada de los años 70. En algún momento quise incluso cambiarme de nombre. Cuando la profesora de inglés del cole nos pidió que pusiéramos el nuestro en una cartulina identificativa, escribí un “Josephine” con orgullo de rebeldía preadolescente.

En Hombrecitos, una novela posterior de Louisa May Alcott, Jo March dejaba a un lado sus afanes literarios y regentaba un internado para chicos en compañía de su marido, el bondadoso Friedrich Baher. Cosa que siempre me sorprendió. La lectura de Hombrecitos me producía una sensación incómoda, que por aquel entonces no conseguía definir. Aún no sabía formular ciertas preguntas. ¿Cómo la indómita Jo olvidaba sus proyectos? ¿Tan arrolladora podía ser la realidad? Reviso la biografía de la autora, abolicionista y sufragista. Tal vez las dificultades de una mujer escritora a mediados del XIX se colaron en sus novelas. En cualquier caso, sigo pensando lo mismo que a los diez años: lo mejor de Mujercitas era Jo March. Y esa Jo ya no estaba en Hombrecitos. Será la vida. (Más…)

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