Y los putos cielos se abrieron para anunciar lo inevitable, la despedida, el funeral vikingo. Nos lo esperábamos para antes o después, pero no queríamos pensar en ello, y de pronto ha ocurrido: la entidad más cazurra, la apisonadora, la picadora industrial de carne avisa de pronto del cese de su actividad, y proclama que se dispone a morir matando. Estamos invitados a meter la cabeza en el avispero por última vez.
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Durante años, desde esta modesta columna, he sido testigo del desigual enfrentamiento mantenido entre esta modesta publicación y el principal periódico de Bizkaia en torno a los anuncios de prostitución. No ha sido una campaña moralista ni contra las prostitutas, sino contra la doble moral y el «hago negocio con lo que sea». A El Karma esta batalla le ha costado disgustos de todo tipo, no siendo los menores, los económicos y los legales. Pero finalmente, ha visto como Goliat daba un paso atrás y decidía renunciar a los mismos.
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Cuando el bilbaíno Luis Bulffi publicó su sonado folleto Huelga de vientres, allá por 1906, propugnando la procreación consciente frente a la natalidad insufrible con la que se sometía a los humildes, difícilmente podía imaginarse que su llamada acabaría teniendo efecto. La “pirámide social”, imagen demográfica que colocaba un gran número de nacimientos en la base y que decrecía progresivamente tomando su forma y nombre, pasaba en menos de un siglo a ser renombrada como “base de lámpara”, mostrando un tronco algo abultado en su mitad, y donde los más longevos igualaban ya a los de menor edad.
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