En el jauja vasco, existen quienes defienden aún su permanencia en la clase media, entendida esta como la que media entre el segmento de los pobres de solemnidad y el de los ricos de aúpa. Para estos acomodados, todavía es válido el esquema social de los tres tercios, el que sitúa arriba a los privilegiados, abajo a los desfavorecidos y en el justo medio a ellos mismos, irresponsables de cuanto ocurre y paganos sufridores de los vaivenes de economía y política. La defensa de su prosperidad se articula sobre su oportuno y trabajoso ingreso en el ascensor social que les colocó, por propio mérito, en los pisos del medio. (Más…)

El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por la avaricia de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Hasta ahí todo bien. La cuestión es que el ciudadano medio se debe de pensar que ese camino está vallado con verjas electrificadas que lo aíslan de cualquier peligro y le permiten dar rienda suelta a sus más bajas pasiones mientras no rebasen los márgenes de esa linde. Es decir, que el vicio y la relajación moral pueden campar por esos senderos, siempre y cuando no excedan los límites de la legalidad, sin temer a otros peligros que esperan, agazapados, más allá de los arcenes. Error. (Más…)

Llevo casi tres meses viviendo en otro continente. Tres meses que parecen tres años y a la vez tres semanas. Me preguntan si mi vida ha cambiado, si yo he cambiado, cómo me siento, qué voy a hacer en el futuro, si voy a volver. He hecho un recuento y todavía tengo mis dos pies, ojos y una cabeza, y eso seguirá conmigo en cualquier parte del mundo a no ser que tenga un accidente, un imprevisto. Eso es lo que tengo, lo que he encontrado en este tiempo: mi cuerpo. A menudo acudo a esta frase: partir es siempre partirse en dos, de Cristina Peri Rossi. Partir es darte de hostias, dejar de leer la maldita prensa del país adjudicado, de responder correos, whatsapps y toda esa mierda. (Más…)