Creo que la falta de empatía es una peste mundial. Según la Real Academia Española de la Lengua, “empatía” es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Básica para poder ponerse en el lugar de otra persona. Pero es la gran desterrada: desde quienes no ceden los asientos en los autobuses a personas mayores; pasando por aquellos que instrumentalizan a sus hijos; hasta esos que ordenan y ejecutan bombardeos a civiles, o tiroteos a niñas que pelean por sus derechos. (Más…)

Estoy en esa edad en la que todos empiezan a ser padres. Ya se han casado, sí. Y es que clásicos son un rato. Me he gastado los ahorros de los últimos años en bodas. Ahora toca rodearse de bebés, de conversaciones de cómo comen, cagan o duermen, de lo listos y guapos que son y de preguntas de para cuándo el tuyo (de la cuestión de la boda ya se han olvidado). Siempre he respondido que debo ser muy egoísta porque todavía me apetece disfrutar de mí misma y no quiero ser madre. Sin embargo, a día de hoy, me he dado cuenta de que los egoístas son ellos. (Más…)

El viejo Camurria, según dicen, era agradable, simpático y dicharachero. Unía a su humor socarrón un trato exquisito. Para los entendidos era una leyenda, el mejor en eso de la lucha canaria. Esta práctica deportiva, que tiene su origen en la cultura guanche, se basa en derribar al adversario sin lastimarlo, sólo desequilibrándolo. Francisco Marrero, más conocido como Pancho Camurria, nació en Tenerife en 1912. Debutó en la lucha con 18 años, allá por 1930. Permaneció activo hasta 1952 y se mantuvo imbatido durante mucho tiempo. (Más…)