Atrás queda el recuerdo de los fastos navideños. De las opíparas cenas y de los reencuentros con esos seres querid… con esos familiares a los que, con suerte, hace tiempo que no vemos. Pero del mismo modo que las primeras trajeron consigo gastroenteritis de infausta memoria, los segundos vinieron acompañados de broncas, trajines, peleas, follones, debates, reyertas, enganchadas, duelos dialécticos y desencuentros varios, de esos que se vienen repitiendo de manera crónica y estacional a lo largo de los años. Por eso los redactores de EL CORREO no han podido dejar pasar la ocasión de hacerse eco de la entrada en vigor de la nueva legislación que permite desheredar a los descendientes más cercanos. Así que en EL CORREO del domingo 15 de enero, en su página 28, aparecía el titular “La mayoría de padres desheredan a sus hijos al sufrir adicciones o por no atenderles”.
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De «nepos» (sobrino) e «ismo» (descendiente). Según la R.A.E.: «Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos». También «amiguismo» o «favoritismo». Estamos muy acostumbrados a ver cómo los políticos practican el nepotismo. Este puesto de trabajo para mi yerno. Este cargo político para mi hermana. Esta concesión de obra pública para la empresa de mi primo. Y así hasta la Luna. Estamos hartos de ver, una y otra vez, cómo el nepotismo es culto. Y da igual qué orientación política enarbole el partido. (Más…)

Que los treinta son los nuevos veinte? Venga ya. Para ese adolescente que te llama señora, no eres tan joven. Antes, tu cuerpo quedaba bien hasta con sordomudos (dícese de aquella prenda que permite al resto leer tus labios). Ahora, una se embute en una faja para intentar enmudecer al resto y ocultar la verdadera realidad de las carnes y, aún así, no lo consigue. Por otro lado, las súper fiestas de un veinteañero eran todos los fines de semana; bueno, y los jueves… Y los miércoles, aunque también algún martes o lunes. Con treinta, son las despedidas de soltera, las cenas de empresa y cierto día tonto que se junta el vermú con las copas de la cena. Además, anteriormente los conceptos de tiempo libre y descanso tenían otro significado. Más bien, existían.
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