enero 2, 2022

Gora Euskadi: Adiós, muchachos

Uno de los máximos deberes de la prensa libre es la defensa del desvalido. Del desprotegido. Del inane ante el mundo, hostil y depredador, que le rodea. Los medios de comunicación, como es bien conocido, siempre saben revolverse hasta zafarse de la correa con la que les aferran los poderes establecidos. Es el sagrado deber del cuarto poder. Los periódicos se caracterizan por driblar el marcaje implacable a que les somete la dictadura del anunciante y la entidad financiera que gestiona su solvencia económica. Siempre, como digo, para proteger al ciudadano o colectivo abrumado por el peso de la sociedad. Pero esa salvaguarda del desamparado puede hacerse con humor y desenfado, porque el chascarrillo y la chanza ayudan a tragar esa píldora amarga que es asumir que vivimos en un cosmos que persigue al diferente. Aupado en la autoridad moral que le caracteriza, y que le sirve de bitácora y sextante para navegar en la negra noche de la injusticia, el diario El Correo dedicó el miércoles 8 de diciembre un desplegable para documentar el semblante de José Ignacio Munilla, anterior obispo de San Sebastián, recolocado en la diócesis de Orihuela-Alicante cual vulgar trabajador de La Naval de Sestao. De entre todas las páginas destaca la 34, con un texto central a cinco columnas titulado “Un mandato de difícil comunión”. El ensalzamiento de la diferencia a través del humor. Cómo no querer a la cabecera de Vocento.

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diciembre 30, 2021

Juego de niños: En pijama

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Durante el confinamiento los ciervos bajaban a las ciudades y los delfines se acercaban a los puertos. Creímos en cierta hermandad por asomarnos a los balcones para aplaudir a los sanitarios. “Todo irá bien”, decían desde las ventanas los arcoiris pintados. “Salimos más fuertes”, proclamaba el slogan del Ministerio de Sanidad. Después del #YoMeQuedoEnCasa algo iba a cambiar. Eso de andar a todas horas en chándal -o mejor aún, en pijama– hacía su efecto.

Según un estudio difundido por The Guardian en mayo de 2020, los hábitos de consumo de la llamada Generación Z podían acabar con la moda rápida. Los más jóvenes habían descubierto durante los peores meses de la pandemia el reciclado y la reutilización de prendas. Aumentaba entre los 18 y los 26 años la preocupación por un consumo responsable. Por su parte, Zara, H&M y demás gigantes del fast fashion se tentaban la ropa y lanzaban colecciones sostenibles. Vamos, que aprovechaban la supuesta sostenibilidad para hacer negocio.

En menos de dos años el panorama es otro. Ahora la amenaza para esas empresas se llama Shein. La tienda china online de moda ultrabarata y ultrarrápida es hoy, vía Tik Tok e Instagram, la marca de ropa más popular para la Generación Z. La rueda se ha puesto de nuevo en marcha y va cada vez más deprisa. Vamos bien. Pues para eso, mejor como hizo Onetti: no se levanten de la cama. Por compensar, más que nada. Y por si les cae el Premio Cervantes.
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diciembre 26, 2021

Debajo de la Palmera: En Euskadi todos los cargos deberían usar txapela

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Saioa Alkaiza ganó el domingo 28 de noviembre el Campeonato de Bertsolaris de Navarra. Es de Iruña y como premio le pusieron la txapela ganadora. Le quedaba muy bien. Al día siguiente en ETB le hicieron una entrevista. La periodista llevaba uno de esos gorros de funda de paraguas. Saioa iba a pelo. Le vi y pensé el por qué no llevaría la txapela ganadora que le quedaba tan bien y eso que el aire alborotaba su melena. Y me di cuenta de que casi nadie usa ya txapela. Ni los arrantzales, ni los baserritarras, ni los jubilados. Ahora llevan o gorra de beisbolero o gorra mesetaria, pero ya no usan nada tan identitario como la txapela que hasta Sabino Arana y el Ché Guevara llevaban puesta con gran donaire.

Previendo su desaparición como los dinosaurios, en 1995 el famoso cocinero Currito, en Santurtzi, los primeros lunes de cada mes organizaba una rica comida e imponía una txapela con ala ancha a los nuevos asociados a un club tan necesario como el que fundó. En el 2011, y con justicia, una treintena de mujeres crearon el Club de las Amigas de la Boina en el mismo restaurante. Fallecido Currito no sé si la buena idea sigue en acción, pero si no existiera habría que resucitarla porque la situación es de catástrofe existencial.
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