Cuando en 2001 se derribaran los símbolos del poder del capitalismo financiero, las Torres Gemelas de Nueva York, los mandos antiterroristas, responsables de mantener el orden y la estabilidad del Imperio, achacaron el porqué de su fracaso a la imposibilidad de controlar a La Base, un grupo en origen amigo y después despendolado, que había vuelto al viejo estilo de la determinación y la confianza y se comunicaba mediante papel y pluma que se pasaban de mano en mano. Si el humilde papel impedía escuchas y demás zarandajas del cibercontrol, el cúter vencía al radar y convertía así cualquier objeto de uso cotidiano en palanca de cambio.
Dos décadas después los buscas libaneses explotan simultáneamente dejando miles de heridos. Parece ser que los del servicio secreto de Sión habían troleado el pedido a Taiwan del Partido de Dios y en un alto de la cadena de transporte colocado dentro papelinas de gramitos explosivos, para luego detonarlas en un click. (Más…)
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