octubre 25, 2021

Butaca de Gallinero: El Gobierno de China

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Dice la canción de Pantocrator “Yo quiero ser el Gobierno de China / Colectivizar la nicotina”. Dejo esos anhelos para Altadis, pero me quedo con el deseo de disponer de los poderes plenipotenciarios del equipo directivo de la República Popular China en materia de filias y fobias cinematográficas. No por nada, el gigante asiático ya supera a los EE.UU. en ingresos en taquilla y decide sobre los destinos de las producciones de Hollywood so pena de restringir su proyección. Quiero ser el Gobierno de China para tener derecho de veto sobre qué películas quiero ver, con qué personajes, sobre qué temática, en qué localizaciones y quiero contar con un control total sobre los diálogos de los protagonistas para que hablen sobre lo que me apetezca. (Más…)

octubre 23, 2021

Península Histérica: Afganistán

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Sorprende ver las imágenes del precipitado abandono de las fuerzas occidentales de Afganistán. Recuerdan a lo visto en múltiples películas sobre la caída de Saigón en manos del Vietcong, con los diplomáticos estadounidenses escapando en helicóptero desde la azotea de la embajada.

En Afganistán parece que se hubiera estado esperando a robar el último dólar de la millonaria ayuda internacional destinada a reconstruir el país. No voy a escribir aquí sobre el imperialismo estadounidense y la decisión de Biden. Todo parece indicar que desde la caída del régimen talibán, occidentales y peces gordos locales se dedicaron a engordar sus cuentas corrientes más que a poner en marcha un nuevo país, construido sobre cimientos racionales. (Más…)

octubre 21, 2021

Puños fuera: Panem

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Reconozco que, todavía a veces, seducido por las luces de colores del circo, algún festivo bajo desde los Barrios Altos hacia Panem. El nombre, recogido del de la República postapocalíptica totalitaria donde transcurren los Juegos del Hambre de la trilogía de Suzanne Collins, con el que llamo desde hace tiempo al centro de mi ciudad. Un lugar perfectamente acotado en el que los perros se atan con longanizas, o así se deduce de los relatos diarios del (t)eleberri.

El espectáculo, por esperado, no deja de impactarme. De un lado, los escasos nativos de Panem, que lucen atuendos y bronceados con la clase que se les supone. Por otro, la copiosa servidumbre racializada distrayendo el día libre, sentada en los muchos bancos de las anchas calles que en Panem poseen distinguidos nombres en desuso como “alamedas” y que entroncan con el castellano antiguo de las chicas de servicio traídas de las colonias. Habitual encontrarse por su Gran Vía alguna manifestación de variada temática plebeya, protagonizada por habitantes de los Barrios Altos o de poblaciones de más allá de la periferia. Me embosco de nuevo en las colinas. ¿Ciencia Ficción?: Bienvenidos a Panem.
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