agosto 6, 2017

Juego de niños: Aniversario

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Rafael Alberti le llamó “pastor de vientos y volcanes”. Y entre vientos y volcanes nace el artista César Manrique, allá por 1919 en la isla de Lanzarote. Un lugar casi desértico, azotado por los alisios. Un paisaje de volcanes extintos y malpaís, las llanuras formadas por rocas de origen eruptivo. Manrique pasa los largos veranos de su infancia en la playa de Famara, al norte de la isla. Desde niño se siente “fascinado ante la gigantesca belleza de la naturaleza de Lanzarote”. Aquello forja su personalidad y su sensiblidad artística. A partir de los años 60 será pionero en poner en valor el paisaje y la arquitectura popular de la isla. Gracias a su activismo, y a pesar de los desmanes urbanísticos que él ya denunciaba, Lanzarote es aún “uno de los paisajes primitivos de la Tierra”, en palabras del arquitecto alemán y amigo de Manrique Frei Otto.
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agosto 2, 2017

Gora et Labora: Oporraldia

Uda garaia. Maila espiritual goren batean gaudenontzat betiko jarduerekin segitzeko garaia: baraualdiak, otoitzak, musika sakroa, testu klasikoen etengabeko berrirakurketak…
Baina vulgus-jende askorentzat uda oporrak egiteko garaia besterik ez da: txiringito, txosna, kalimotxo, gehiegizko oturuntzak, siestak telebistaren aurrean, hondartzako parking eguzkitsuak, Repsoleko biserak, hozkailu eramangarriak garagardoz beterik, As, Marca, jar ezak beste gin-tonic bat, izorratu zaigu haizagailua, ez bota harea ume!, zoaz eskuare eta palekin haruntzago, ekarri atzera telefonoa, daturik gabe utziko naun-eta… (Más…)

julio 14, 2017

Butaca de Gallinero: La ignorancia

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Sé que me pongo pesado con el asunto de los trailers de películas, los spoilers, las reseñas que te asaltan a traición en las redes sociales, el boca a boca pertinaz y desconsiderado y la propia curiosidad de uno, que no es capaz de acudir al cine sin haber indagado en lo que va a ver, no sea que detrás de una gran premisa se oculte una gran ponzoña o viceversa. Lo sé. Pero no puedo evitar fantasear con la idea de ver un film y que uno no tenga ni pajolera idea de lo que le depara. La premisa es absurda de partida porque, giros de guión aparte (que a base de dar giros al giro del giro, al final el cliché y la previsibilidad acaban saliendo a flote, por mucho Keyser Söze que haya), es prácticamente imposible llegar virgen a una película. Cinematográficamente se entiende. A menos que se trate de uno de esos telefilmes alemanes de origen insondable que campan por las parrillas televisivas los mediodías del fin de semana.
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